La historia del Muro

Historia y espiritualidad del Muro

El Muro de las Lamentaciones: donde el tiempo se detiene y el alma habla.

Hace más de dos mil años, en el punto más alto de Jerusalén, se construyó un templo que buscaba ser morada de lo divino.

El rey Herodes el Grande, en su afán por embellecer lo sagrado, mandó ampliar su estructura y levantar grandes muros de contención.

De entre todos ellos, uno resistió al paso de los siglos: el Muro Occidental, llamado en hebreo HaKotel HaMa’araví, y que ha llegado a nuestros días como el Muro de las Lamentaciones.

Cuando, en el año 70 d.C., el Segundo Templo fue destruido por los romanos, aquel muro quedó en pie.

Desde entonces, se transformó en un refugio espiritual.

Generaciones enteras, dispersas por el mundo, dirigieron sus oraciones hacia esas piedras.

Con lágrimas, promesas y esperanza, los fieles convirtieron el Muro en un testigo silencioso de la historia, la fe y la resiliencia.

Hoy, ese mismo muro sigue recibiendo manos temblorosas que tocan su superficie con devoción.

Sigue escuchando plegarias escritas en papelitos que se esconden entre sus grietas.

Ya no es solo parte de una antigua construcción: es un símbolo vivo de conexión, entre lo terrenal y lo sagrado, entre el pasado y el presente.

Visitar el Muro no es solo un viaje físico.

Es un acto del alma.

Allí, donde lo eterno parece rozar la tierra, las palabras no siempre se dicen en voz alta… pero siempre son escuchadas.

Si tienes una oración en el corazón, puedes enviarla desde donde estés.

Nosotros la llevaremos por ti hasta el Muro de las Lamentaciones, con respeto, cuidado y fe.